viernes, 19 de noviembre de 2010




HENRI MATISSE 1869 – 1954

El fauvismo es un movimiento, básicamente francés, que agrupa a pintores como Matisse, Derain, Vlaminck, o Dufy; se constituyó en París, en 1905, en la exposición del Salón de otoño y se mantuvo hasta 1908. El nombre de fauves se lo aplicó el crítico de arte Louis Vauxcelles, al ver estas obras en una sala; su exclamación:” come Donatello parmi les fauves”, dio nombre al movimiento, que significa fieras, y se refiere a la agresividad del color.
Solían pintar al óleo sobre lienzo, con una pincelada generalmente rica en pasta; el cuadro resulta así de textura rugosa, muchas veces brillante. La línea recupera el protagonismo, es gruesa, a veces discontinua en su trazo o en el color que se le ha aplicado, sirve para delimitar contornos o formas y, también planos de color. El modelado de las figuras apenas interesa, se potencia mas el plano, pero cuando se representa el volumen, se logra mediante contrastes cromáticos.
Todos ellos hacen un uso muy personal y subjetivo del color, entendido como luz y materia. La utilización de colores no descriptivos, como ya hiciera Gauguin, vivos, agresivos, dispuestos en violentos contrastes y aplicados, preferentemente, como tintas planas, es el rasgo más característico. El color construye la forma, tiene muchas veces una fuerte carga simbólica y refleja un cierto gusto decorativo.
Una vez más estamos ante un desinterés por la perspectiva. La pintura potencia el plano; no es una pura imitación de la realidad, se defiende la autonomía del cuadro frente a la realidad.
Dos años después del escándalo en el Salón de Otoño de 1905, se consuma el destino del Fauvismo, que ha contribuido a mostrar un camino para llegar a la libertad de expresión. A partir de ahora cada uno de los pintores se encamina hacia horizontes más personales, pero la influencia se hará notoria en todos aquellos que creen en las posibilidades del color. En palabras de Matisse: “El Fauvismo no lo es todo, pero es el fundamento de todo.”

HENRI MATISSE 1869 – 1954
Según Matisse,” Alegría de vivir”, 1905 – 1906, marca el inicio de su obra. El público respetable de la época rechazó este cuadro. En los colores de este lienzo se aprecia la influencia de Gauguin en el uso del color y de Ingres en la composición.
Matisse, al igual que Gauguin, viaja, busca nuevas fuentes de inspiración en las producciones de civilizaciones diversas para transformar su práctica de la pintura. Se interesa por las máscaras africanas, el arte musulmán, las cerámicas y miniaturas persas, los mosaicos bizantinos, el arte egipcio...etc.
En 1910 visita una exposición de arte árabe en Munich. Viaja a Andalucía.
“La revelación me llegó siempre de Oriente. En Munich encontré una nueva revelación a mis investigaciones. Las miniaturas persas, por ejemplo, me mostraban toda la posibilidad de mis sensaciones. Por sus accesorios, este arte sugiere un espacio mayor, un verdadero espacio plástico. Esto me ayudó a salir de la pintura de intimidad.”
"La Alhambra es una maravilla. Sentí allí una inmensa emoción". Con estas palabras de Henri Matisse se abre la exposición que acoge el Museo de Bellas Artes de Granada y en la que se ha reconstruido el viaje que hizo a España el pintor francés en diciembre de 1910 y su fascinación por el arte musulmán. Se exponen 35 obras del artista, muchas inspiradas en el arte musulmán , acompañadas por una selección de tejidos islámicos de diferentes épocas históricas atesorados por el pintor y cuyos motivos decorativos se reproducen una y otra vez. Piezas y objetos de arte islámico en estrecha relación con las obras, en un intento de revalorizar este capítulo en la creación artística de Matisse.
El artista pasó dos meses de invierno y el cambio de año 1910 – 11 en España, la mayor parte del tiempo en Sevilla, donde compartía estudio y sesiones de pintura con el pintor bilbaino Francisco Iturrino.
Nos muestran por primera vez juntas las tres pinturas que Matisse pintó en España, junto a las tres que pintó su amigo Iturrino y que representan los mismos motivos. Entre ellas su “Bodegón español”
La vista de un fragmento de la habitación con el sofá arqueado cubierto por tapices recargados de dibujos de granadas y otros ornamentos, destacan sobre la pared lisa y pintada del lujoso rojo púrpura. Delante del sofá, una mesa circular cubierta por otro tapiz más recargado aún y sobre este destaca una maceta blanca. A pesar del exceso, figura y fondo se equiparan. La confrontación entre color y forma y el sentido del ritmo le aportan una fuerte presencia.
Matisse: “En lo referente al bodegón, la función del pintor es reproducir a colores los objetos que ha escogido para su composición de modo que respete la singularidad cambiante de los tonos y su interrelación.(...) Copiar únicamente los objetos que constituyen un bodegón no es arte. Lo único importante es traducir el sentimiento que despiertan en uno mismo, la sensación que causa el conjunto, las relaciones que existen entre los objetos”.
Una parte muy importante de la exposición la constituyen las odaliscas.
“Lo que más me interesa no es la naturaleza muerta, ni el paisaje, sino la figura. Es ésta la que me permite expresar el sentimiento religioso, por decirlo así, que poseo de la vida”.
Matisse juega con el volumen del cuerpo femenino, se aleja del realismo académico distorsionando y simplificando la anatomía femenina, y la destaca sobre fondos decorativos de arte islámico . Estas odaliscas contrastan con las procedentes de la litografía, algunas posteriores, cuyo dibujo es más preciso y académico.
Me llama la atención “Figura decorativa sobre fondo ornamental”; me parece la más atrevida por la distorsión de la anatomía que contrapone formas redondas y cuadradas y a la vez se pierde en una recargada y plana ornamentación.
Desde el año 1941, condenado a la inmovilidad que le produce una operación quirúrgica, comienza una etapa gloriosa donde su estilo evoluciona hacia una construcción más sintética y a un empleo más abundante de superficies de color.
Como tiene dificultades físicas para manejar los colores, comienza a trabajar con papeles previamente impregnados de aguada que recorta a su capricho. Dibuja en el color: “cortar el color vivo me recuerda la talla directa de los escultores (... ) Mis curvas no están locas”.
Soluciona de esta manera, simplificando, con un procedimiento nuevo, los problemas de forma y espacio, de contorno y color que siempre había intentado conciliar.
A esta etapa corresponde el mural papiers collés ocre y blanco 'Oceanía, el cielo' (1946-49) plagado de elementos iconográficos que cierra la exposición junto con las dos afirmaciones hechas por Matisse:
"La revelación me llegó de Oriente", "Oriente nos ha salvado".

Bibliografía:
Gilles Néret, Henri Matisse, Taschen, 2006


No hay comentarios:

Publicar un comentario