lunes, 4 de julio de 2011

Conferencia de Josep Montoya sobre Joan Hernández Pijuan

Conferencia de Josep Montoya sobre Joan Hernández Pijuan con quien compartió amistad y docencia en la facultad de Bellas Artes de Barcelona.
Se trata de pensar a posteriori sobre el encuentro con Pijuan; el hombre se ha ido y la obra sigue viva para todo el mundo; pero para el amigo, también sigue vivo el hombre en la memoria y es que siempre queda viva la esencia de los seres queridos a través de nuestros recuerdos; esa esencia es la que Pep Montoya pretende transmitir en esta conferencia sobre la obra de Juan Hernández Pijuan.
En la conferencia destaca la importancia de contacto directo de quien habla desde la emoción; y esta emoción se refleja en la mirada, los gestos, los silencios y la modulación de la voz.
Pep Montoya propone en su conferencia tres reflexiones sobre la obra de Pijuan; tiempo, orden y posicionamiento.
Pijuan pasaba su tiempo entre Barcelona y su casa rural ubicada en La Segarra leridana.
El tiempo como una vuelta al lugar para intentar entender el espacio y el vacío en un deseo de atrapar lo inagotable; el tiempo ya no será una progresión, el tiempo dual se queda atrapado en sus cuadros; hay un tiempo en la ciudad y un tiempo en el campo.
El tiempo urbano que es de despojamiento, propenso a la fragilidad y la levitud, que nos muestra con sus materiales frágiles: papel japonés, gouache...etc.
Otro tiempo más denso, el tiempo en el campo donde se trabaja de luz a luz, es un tiempo de encierro donde se despoja de lo superfluo con materiales más contundentes, colores y espacios vacíos de La Segarra.
 Pijuan ordena,  organiza las partes para hacer algo funcional y preciso desde la mirada y la reflexión de lo vivido.
Se basa en tres hechos que son duales: percibir y sentir; interiorizar y memorizar; constatar y manifestar.
Todo lo percibido constituye un archivo de material sensible que se transmite en una manifestación sintética de percepción y memoria, de gestos y actitudes. Una manifestación mínima, con ausencia de distracciones engañosas, y a la vez contundente.

Textos de Joan Hernández Pijuan:

“El paisaje que uno mira”

“Muchas veces he pensado que este gusto por el vacío y por la parquedad de elementos que utilizo me vienen dados por el sentimiento, por la memoria, y no tanto por el recuerdo, de las temporadas, en mi infancia y primera juventud, a los paisajes sobrios y duros, y hermosos por esta misma sobriedad, como el de La Segarra leridana.
Paisaje alto, de tierras llanas o bien onduladas, de horizontes bajos, trabajados por la mano del hombre, acotados por arquitecturas populares, de radicales cambios de color, de color total, de luz dura, de veranos espesos en los que el color, casi en monocroma, pastoso, se hace materia.
Paisaje al cual retorno con frecuencia y donde comparto, junto con el de Barcelona, taller y horas de trabajo. Quizás de allí proviene esta radicalidad del color, esta luz no impresionista, no atmosférica, mi gusto por la monocromía, por el color pastoso, por el color total, por el color radical y por la acotación que señala el límite o por los límites que delimitan espacios.
Si he hablado de que se trataba de "convertir el espacio en algo que uno mira" podría decir también que se trata de convertir el paisaje en algo que uno mira.”
Joan Hernández Pijuan, Folquer, mayo 2005

Mi forma de mirar

“Una luz plateada recorría rasante los campos. Desde lo alto, desde la pequeña ventana del estudio no podía dejar de mirar el milagro de la luz. El enorme contraste entre la luz y la sombra, ese contraste dibujado por las distintas terrazas, por los márgenes y los límites del campo. Era ese momento inmóvil y silencioso del atardecer.
Al principio intenté imitar el color. Era como de plata vieja y me encontré con los blancos.
Me interesó la sensualidad de dibujar sobre la superficie blanca y blanda del óleo.
Ese blanco casi monocromo me llevó a utilizar mayormente el color entero, en su pureza, (blanco, tierras rojas, negros, amarillos de Nápoles…), es decir a utilizar el color sin más mezclas que la que se produce sobre la misma superficie por el mismo ritmo del trabajo. Un trabajo rápido y tenso en el que los matices, transparencias, gradaciones, densidades, etc., se dan, cuando se dan, por el mismo acto de pintar.
Por esa sensación de que mano y mirada se aúnan para decidir resultados, unos resultados que, desde un principio, irán señalando el camino a seguir hasta llegar a ese momento en que no hay necesidad de más, en que el cuadro no acepta ya nada más. La obra está terminada y va, seguramente, a reflejar mi forma de mirar, mi forma de estar”.
Joan Hernández Pijuan, Abril de 2005


domingo, 29 de mayo de 2011

La servilleta de Picasso

LA SERVILLETA DE PICASSO:



¿Qué es cultura?, ¿para qué sirve?, ¿nos hace mejores?, ¿es fácil de manipular?, ¿por qué el poder siempre intenta controlarla?


A través del arte, el documental hace un repaso de nuestra historia reciente.
Comienza haciendo referencia a la crisis mundial y la situación social del mundo polarizado y rupturista que describían las vanguardias históricas que pretendían cambiar el mundo.
En plena crisis de 1929  se funda el Museo de Arte Moderno de Nueva York; conscientes de que si compraban arte tenían mucho más que poder ya que el arte siempre es visionario; un grupo de millonarias fundaron el MOMA durante la crisis del 29.
Repasa nuestra historia más reciente a través de la cultura, rememorando la situación de nuestros intelectuales abanderando la utopía en el resurgimiento cultural y la apertura que proponía  el nacimiento de la República, en contraste con la necesidad de emigrar ante la pérdida de libertad de una dictadura y las frustraciones de los que se quedaron.
La cultura nunca es inocente… por eso el poder se ensaña con los intelectuales fusilando a personalidades representativas como en el caso de García Lorca; otros como su amigo Manuel de Falla, Alberti, Mª Teresa León, María Zambrano, Pedro Salinas, Francisco Ayala, Luis Buñuel… etc., se exilian. La Argentina se convierte en un nido de exiliados; Pablo Neruda fleta un navío con 2000 exiliados españoles para Chile procedentes de campos de concentración (¿y ahora nosotros les exigimos visados?).
María del Corral, comisaria de exposiciones, matiza que los artistas  españoles se habían tenido que marchar desde principios de siglo puesto que en España no vendían nada ni a museos ni a galerías, el eco lo tenían fuera.
El Museo del Prado es un símbolo de poder que también se convierte en uno de los objetivos de la aviación golpista, en contraste con los intelectuales que tienen como premisa ponerlo a salvo buscando un refugio en la sede de La Sociedad de Naciones en Ginebra para sus cuadros más significativos.
El arte no es inocente…. El 26 de abril de 1937, la aviación alemana bombardea Guernica; Picasso se inspira en esta trágica noticia que conoce por la prensa para pintar el mural que la causa republicana le había encargado y  pinta El Guernica. Durante su exhibición en la Exposición Internacional de París, el mural, ya ejercía el poder de un símbolo.
España se queda aislada tras la II Guerra Mundial, con su silencio, miedo y hambre;  se le deniega su ingreso en la ONU, se la excluye del plan Marshall.  El régimen comienza a exportar una imagen de apertura, lo intenta a través del No-Do, principal arma de propaganda fascista. Se utiliza el poder de la imagen y Franco había escrito el guión para expresar su ideario fascista donde retrataba su versión  de la realidad. Y utiliza la cultura en  situaciones como la repatriación de los cuadros del Museo del Prado,  los éxitos de los compatriotas en el extranjero, el entierro de Falla (que decide acabar sus días en el exilio)…etc.
Eugenio D’Ors organiza El Salón de los 11 con los nuevos artistas que formarán la vanguardia del arte como expresión de apertura del régimen.
Para obtener el favor de Estados Unidos, el No-Do deja bien claro que los nuevos enemigos son los comunistas. En 1959 Eisenhower  visita España; se instalan bases militares a cambio de dinero y apoyo internacional. La ONU reconoce oficialmente a Franco.
En los años 60 -70, la cultura era una militancia. Se hacían fotografías por encargo: guardias civiles, procesiones...etc.; no existía la fotografía de autor; el arte abstracto no interesaba salvo su utilización como propaganda de apertura.
Dalí era un bien internacional que había que soportar, Miró optó por un exilio interior en Mallorca, Picasso continúa con su postura antifranquista criticando a los artistas colaboradores con la imagen del régimen y dejando claro que El Guernica no viajará a España hasta que no se instaure la democracia. En 1973, Picasso muere en París, el Guernica aguarda la llegada de la democracia.
En 1975 muere Franco, se acaba la pesadilla, el fin del arte politizado, el arte deja de ser silenciado por el gobierno.
Luis Gordillo nos relata el cambio: “la pintura negra termina su curso y de pronto hay un cambio que se nota en el color”.
 Regresan lo exiliados, la izquierda toma los ayuntamientos, la movida, el botellón y el uso de la cultura por medio de los ayuntamientos como estrategia de márquetin político institucional, que controlan los museos
En los 80 prima la importancia del éxito; para esto el ser joven era una etiqueta; todos querían ser como Barceló.
 Andy Warhol, el artista más manipulador que manipulado, viene a España a santificar la movida, no muestra interés alguno por el Museo del Prado y se queda extasiado ante un cuadro de una tasca y el peinado de Pitita Ridruejo…el artista bufón de fiestas de los magnates… Esa necesidad de apertura nos ha provocado un complejo atroz ante lo nuevo que venía de fuera, perdimos la capacidad de discriminar; cualquier cosa era mejor.
Al final el arte siempre ha sido manipulado por el poder a lo largo de la historia, pero el artista siempre ha luchado para que esto no sea así.